Para aprovechar la energía del viento es necesario colocar las turbinas eólicas en superficies despejadas donde se puedan aprovechar al máximo las corrientes de aire circundantes. Los espacios marinos son un lugar ideal para hacerlo, pero los costos de colocar las turbinas sobre la superficie del agua son tan altos, que impiden usar este recurso con eficiencia.
Climent Molins (Univ. Politécnica de Cataluña) es uno de los inventores y dueños de la patente de los flotadores de hormigón, unas estructuras de forma cilíndrica que poseen una gran boya y un lastre y que serían la forma “low cost” de colocar los molinos de viento sobre el agua. El investigador los describe como un “tentempié” o “tentetieso” que resulta sencillo y barato de construir y tiene gran resistencia y durabilidad. En cuanto al oleaje, según sus estudios (mediante simulaciones de ordenador) apenas se moverían con mar calma y en caso de oleaje más fuerte, podría soportar de olas de hasta 25 metros de alto. A las turbinas que se colocan en el mar se las llama offshore y son las que reciben una mayor cantidad de viento por tanto su generación de energía es significativamente mayor.
El mayor contratiempo es que las condiciones ambientales suelen ser perjudiciales para las infraestructuras, ya que la oxidación, las tormentas y la erosión natural del agua van en detrimento de las grandes inversiones necesarias para instalarlas. Pero estas nuevas estructuras tienen la gran ventaja de la durabilidad y la resistencia, ya que el hormigón resulta hasta un 60 % más barato que otros materiales de uso común como el acero y su vida útil se estima en al menos cincuenta años, por lo que una vez colocados la base de las turbinas dejaría de ser un problema para los productores de electricidad.
Un invento viable Al prototipo se
lo ha llamado “WindCrete” y consiste en un cilindro de hormigón armado,
que al no poseer juntas (que son los puntos más débiles de este tipo de
dispositivos) y constituir una pieza única formada por el lastre y el
flotador, resulta mucho más sólido y robusto que los actuales tipos de
plataformas. Un problema muy importante con el que suelen tener que
lidiar quienes tienen turbinas flotantes, es el del mantenimiento de las
infraestructuras, que debe hacerse cada dos años, para evitar el
deterioro por corrosión. El “WindCrete” ahorraría miles de euros en
gastos de esta índole. Con referencia a sus costos básicos, la
construcción de este tipo de sostén resultaría mucho más económica que
las convencionales. Molins asegura que el ahorro podría rondar el 60 %
del costo global y que gracias a que su principal material es el
hormigón, tendrá treinta años más de vida útil que si se usara acero.
En
cuanto al tema de la resistencia, este tipo de flotadores es capaz de
soportar peso mayores, por lo que se podrían colocar turbinas de
potencias mucho más importantes (el investigador sugiere que hasta un 70
% más de potencia como los generadores que producen unos 15 MW) lo cual
representaría un ahorro real en los costes de dicha energía, que
podrían reducirse a la mitad. Los ensayos del “WindCrete” hasta ahora se
han llevado a cabo mediante simulaciones del tipo numérico (en
ordenadores) y en canales de oleaje inducido, pero la prueba definitiva
debería realizarse en mar abierto, para lo cual lamentablemente las
políticas actuales de combate a las energías renovables de España, no
ayudan en nada a estos pioneros.
Fuente: Ecoticias