25/04/2013
La expedición Malaspina estudia 120.000 muestras del Atlántico, Índico y Pacífico
Cerca de 20.000 de las muestras
tomadas integrarán la Colección Malaspina, un banco que permanecerá
sellado durante 30 años para que las futuras generaciones de
investigadores tengan una ventana al estado del océano en 2010 y 2011 y
puedan investigar y desarrollar nuevas técnicas.
Unos 60 investigadores de la expedición Malaspina, proyecto liderado por el CSIC y en el que participa en IEO, para el estudio del impacto del cambio global y la biodiversidad del océano, se reúnen estos días en el Centro Oceanográfico de Canarias del IEO en Tenerife para poner en común sus resultados y planificar el análisis de más de 120.000 muestras de aire, agua, gases y plancton recogidas en los océanos Atlántico, Índico y Pacífico.
La metagenómica de las comunidades del océano profundo, el efecto de los hidrocarburos sobre el fitoplancton, la distribución global de estos microorganismos o los puntos del planeta que acumulan plásticos y otros contaminantes serán algunos de los temas que analizarán los científicos.
“La presentación de resultados evidencia el gran impulso que esperamos que la expedición Malaspina suponga para la exploración del océano. Confiamos en que compartir estos resultados sirva para reforzar el espíritu de equipo y colaboración que ha caracterizado el proyecto desde el inicio”, ha destacado el investigador del CSIC y coordinador del proyecto, Carlos Duarte.
“El proyecto Malaspina es tan rico y amplio que no creo que podamos dejar de sacar resultados ni en los próximos 30 años. Tenemos disponibles muestras para varias generaciones de investigadores. En este congreso, científicos y estudiantes tendrán la oportunidad de exponer sus resultados y debatirlos en sesiones paralelas”, explica el investigador del Instituto Español de Oceanografía y líder del bloque de oceanografía física del proyecto, Eugenio Fraile.
El legado de Malaspina
El
14 de julio de 2011, tras siete meses de navegación y 32.000 millas
náuticas recorridas, el buque Hespérides regresó a España culminando la
circunnavegación y el grueso de la expedición Malaspina. Otro buque, el
Sarmiento de Gamboa, perteneciente al CSIC, regresó en abril de 2012
procedente de Santo Domingo (República Dominicana) tras haber explorado
el Atlántico durante casi dos meses. Las prospecciones realizadas hasta
los 6.000 metros de profundidad aportarán a los investigadores una idea
más precisa de las propiedades del océano profundo. Aunque esta zona,
prácticamente desconocida, no esconde una gran cantidad de
microorganismos (su abundancia es de 10 a 100 veces inferior a la de la
superficie), se trata de un ecosistema con una actividad biológica más
intensa de lo que se pensaba.
A bordo los investigadores
midieron, entre otros parámetros, el efecto del aumento de la
temperatura sobre el metabolismo, producción y capacidad para actuar
como fuente o sumidero de dióxido de carbono del plancton, el impacto de
la radiación ultravioleta sobre su actividad fotosintética, el grado de
acidificación de las aguas oceánicas por la penetración de CO2 y su
efecto sobre los organismos calcificadores.
Los genes de la expedición
Los
investigadores ya han comenzado a reunir una colección de organismos
que viven desde la superficie hasta los 4.000 metros de profundidad,
desde virus y bacterias, hasta medusas y larvas de peces. Con las más de
1.200 muestras elaborarán una colección de genómica microbiana global.
La
expedición, un proyecto del programa Consolider‐Ingenio 2010, comprende
27 grupos de investigación del CSIC, el Instituto Español de
Oceanografía, 16 universidades españolas, un museo, una fundación
pública de investigación y la Armada Española. La financiación total, en
la que también han colaborado el CSIC, la Armada Española y la
Fundación BBVA, así como varias universidades españolas y organismos
públicos de investigación, ronda los 6 millones de euros.